Editorial

Vivimos en un mundo cada vez más tensionado y con mayores desigualdades. Las crisis que lo azotan muestran las carencias de nuestros sistemas, los riesgos en la pérdida de derechos y libertades, el debilitamiento de las instituciones y finalmente el cuestionamiento de la democracia.

Ante este escenario, estamos en la obligación de poner en marcha un cambio de modelo desde el punto de vista económico, social y territorial, que sustituya el mero crecimiento económico y el desarrollismo por un verdadero desarrollo humano que fije la paz, las personas, el planeta, la democracia y la igualdad de género como objetivos de la acción política. Y este cambio de modelo, articulado en el nuevo Contrato Social y un nuevo Contrato Territorial y alineado con las agendas globales, no podemos demorarlo más.